Microrrelatos sobre vampiros
Microrrelatos góticos sobre vampiros. Estos son algunos de los microcuentos que he escrito durante los últimos años.
El ataúd
Dos hombres condujeron al médico hasta una de las criptas subterráneas del cementerio de la aldea. Uno de ellos levantó la tapa de un ataúd y prendió la antorcha:
—¿Ve la boca, doctor? ¡Sangre!
—Este hombre es un vampiro —aseguró el que portaba la estaca de madera.
—Tonterías, señores míos —interrumpió el médico. Seamos sensatos. La sangre que indican es del propio cadáver, mana desde el interior de los órganos en descomposición.
—Pero, ¿acaso no ve el cuerpo incorrupto? —señaló el hombre aterrado.
—Es bien sabido, caballeros, que los cadáveres pueden hincharse y aparentar lo que no son… Ahora si me disculpan, debo volver a mis ocupaciones —sentenció el médico.
—Pero, doctor, mire esta fecha. Este hombre lleva muerto más de doscientos años.
El médico, sorprendido por el comentario, tomó la estaca y la clavo sin compasión en el pecho de sus acompañantes, dándoles muerte. Después se dirigió hacia el féretro:
—Lamento lo ocurrido, señor —dijo el doctor—. Su secreto seguirá a buen recaudo.
Salvador Ortiz Serradilla
Remordimientos
»No me gusta ver cómo mi rostro se va llenando de arrugas. He probado con diferentes dietas, incluso con magia negra; sin embargo, nada parece mejorar.
»Conozco la solución, pero me niego a caer tan bajo.
»Ahí van mis 'hermanos de la noche', ágiles y poderosos, y sin ningún tipo de remordimientos; pero no son más que bestias inmundas con sus bocas manchadas de sangre.
Salvador Ortiz Serradilla
El abismo
Cada noche tenía la misma pesadilla: lo encontraban y lo apuñalaban; después, arrojaban su cuerpo sin vida desde un precipicio.
Y aquel sueño se tornó realidad.
Una madrugada, recibió una puñalada en el pecho y lo empujaron desde lo alto de una colina. Durante la caída, el dolor lo atormentaba; pero la herida no resultó mortal. Sacudió su miedo y gritó de rabia. A los pocos segundos, ya surcaba los cielos desplegando sus alas oscuras y buscando venganza.
Salvador Ortiz Serradilla